La teoría de Jung sobre el sueño 10

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Buenas noches. Nos reunimos hoy 8 de septiembre para continuar con nuestro libro de Verena Kast «Sueños, el misterioso lenguaje del inconsciente».

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Terapia e individuación: un camino compartido

  • La sesión pasada hablamos del Sí-mismo y su papel en la individuación.
  • Hoy continuamos el tema en el contexto de la terapia y la relación paciente–analista.
  • En terapia, la individuación puede volverse consciente, porque la relación abre un contacto con lo inconsciente.
  • Este contacto aparece en sueños, símbolos, emociones y en lo que surge en la transferencia.
  • La transferencia activa patrones relacionales: proyecciones, heridas y aspectos olvidados.
  • Ejemplo: el paciente ve al terapeuta como padre y se sitúa como hijo.
  • En ese espejo descubre partes de sí mismo que no había reconocido.
  • Uno como analista no impone soluciones, sino que acompaña un trabajo creativo con el material simbólico.
  • Jung pensaba que todo ser humano tiene una tendencia natural al desarrollo.
  • En la terapia, esta tendencia puede activarse y ser acompañada.
  • Los conflictos no desaparecen de inmediato, pero se transforman al ser comprendidos desde otro lugar.
  • Kast explica que la individuación sigue una doble vía:
    • Del yo consciente que busca integrar lo inconsciente.
    • Del Sí-mismo, fuerza involuntaria que orienta y guía el proceso.

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El impulso del Sí-mismo y la búsqueda de sentido

  • Aunque acostumbramos pensar que es el yo el que inicia la individuación, Jung afirma que es el Sí-mismo quien impulsa ese proceso.
  • El Sí-mismo actúa como una llamada interna, que empuja a salir del estado inconsciente.
  • El ser humano tiende naturalmente a vivir experiencias separadas, que no se comunican entre sí.
  • La individuación busca integrar esas partes fragmentadas, ya sea mediante recuerdos, sueños, emociones o imágenes.
  • Al integrarse, se va creando una imagen más definida de quiénes somos realmente.
  • La terapia facilita este proceso porque se convierte en una confrontación permanente entre el yo y el Sí-mismo.
  • La terapia actúa como un puente, que enlaza recuerdos, sueños, emociones e imágenes, permitiendo experimentar la vida de modo más coherente.
  • Kasta dice que e ste camino responde a una necesidad espiritual del individuo moderno, que busca una experiencia más profunda de sí mismo.
  • Sin embargo, no es un proceso fácil, porque exige compromiso personal.
  • ¿Cuál es este compromiso?
    • Trabajar con los complejos.
    • Afrontar las heridas que dejan las relaciones.
    • Liberarse de los mandatos inconscientes, como los paternos y maternos, que pesan en nuestras decisiones.

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El proceso de individuación como forma profunda de autocuidado

  • Kast hace una revisión histórica de la individuación y busca sus huellas en autores del pasado.
  • Y vemos que la individuación puede entenderse también como autocuidado, en su sentido más antiguo.
  • Porque c, uidarse no es sólo buscar bienestar, sino atender a lo esencial de uno mismo.
  • Jung retoma el “conócete a ti mismo” griego y lo profundiza. Consiste en no conocer sólo el yo superficial, sino el Sí-mismo, que orienta desde dentro.
  • Sócrates decía que cuidarse es atender a la propia alma, para participar en la vida pública con sabiduría.
  • Séneca lo veía como una libertad interior: aprender a vivir con uno mismo, sin ser dominados por las pasiones.
  • Foucault retoma la tradición y la entiende como transformación, un “volver a ser aquello que nunca fuimos”.
  • El autocuidado no es juzgarse ni culparse, sino conocerse más a fondo.
  • Implica liberarse de viejos mandatos, soltar lo que no nutre, y aprender a vivir con mayor compasión y autenticidad.
  • Fíjense que desde estas miradas, la individuación es también un proceso de renovación, que no lo encierra a uno en sí mismo, sino que nos prepara para estar mejor con los otros y con el mundo.

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El cuidado de sí como higiene del alma

  • Kast recuerda una práctica antigua fundamental: el examen de conciencia antes de dormir.
  • Para mí, eso equivale a la revisión del día, útil también para invocar los sueños.
  • Esta práctica libera al alma de tensiones y examina si nuestras acciones coinciden con nuestros valores.
  • Se hace en la noche porque, como decía Séneca, la noche no elimina preocupaciones, sino que las refleja.
  • Muchas veces, esa reflexión aparece en los sueños.
  • Los sueños son espejos del alma, porque traen a la conciencia lo no resuelto, lo no integrado y lo que necesita atención.
  • Por eso, el trabajo con los sueños complementa la vieja práctica del examen de conciencia, ampliando el autoconocimiento.
  • El verdadero autocuidado no es solo psicológico: incluye también lo emocional, relacional, espiritual, existencial y social.
  • Este cuidado no puede hacerse en soledad: siempre implica relación con otros.
  • En este sentido, Jung insistía en que el Sí-mismo no es puramente individual.
  • El Sí-mismo abarca también al otro, al mundo y lo colectivo, integrando lo personal con lo universal.

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Bueno, y antes de cerrar esta parte del libro, y también para no quedarnos con ejemplos de sueños que muestran un gran avance en la individuación sino que muestren un progreso más pequeño, acá tenemos el sueño de una mujer española, que lo donó también al Banco de Sueños.

Dice: «Estaba en un edificio público de altos techos justo al lado de unas barras giratorias en la entrada. En ella estaba de pie M, que es una compañera mía de trabajo. De repente entran dos pequeños pájaros volando alto que cruzan por debajo del alto techo y se pierden de mi vista. Estoy ahora en el vestuario donde me pongo el uniforme de trabajo. Las taquillas dejan muy poco espacio para caminar entre ellas. Aparece un pavo real de color totalmente azul celeste caminando pesadamente. Tras él otro pavo real más pequeño también de color celeste. Pasan por los estrechos pasillos caminando y desaparecen.»

Pero hace luego un comentario adicional. Menciona que «Me llamó mucho la atención el color azul de los pavos porque era el único color que recuerdo del sueño. La tarde anterior había tenido una profunda conversación intelectual con un amigo que me dejó posteriormente una incómoda sensación de haber caído en una actitud vanidosa en mis argumentos. Lo cierto es que en cuanto me desperté y recordé el sueño, lo relacioné rápidamente con el sentimiento de vanidad.»

[————-] Pero para que todos participemos en pensar y responder las preguntas. hoy quisiera que nos dividiéramos en grupos para responderlas. Escribo las 9 preguntas en el WhatsApp, y serán tres grupos de dos perosnas, para responder cada grupo tres preguntas. El Grupo 1 responde las preguntas 1,2,3. El Grupo 2 las preg 4,5,6. Y el Grupo 3 las preg 7,8,9. Y tienen 10 minutos para responderlas.

(…)

(…)

Preguntas:

  • 1. ¿Qué podría simbolizar un edificio público en el lenguaje simbólico?
    R/ Un edificio público puede representar el espacio del yo social, la identidad profesional, o el rol que se desempeña en el mundo.
  • (…)
  • 2. ¿Qué podría representar estar junto a barras giratorias?
    R/ Esas barras giratorias podrían sugerir estar en un umbral entre dos espacios psíquicos: lo público y lo privado, lo exterior y lo interior, lo consciente y lo inconsciente. Las barras sirven en la realidad para controlar el acceso, y pueden simbolizar también defensas psíquicas, o la necesidad de una prueba para entrar en un espacio más íntimo.
  • (…)
  • 3. ¿Qué pueden estar simbolizando los pájaros?
    R/ Los pájaros suelen representar pensamientos, mensajes psicológicos o intuiciones. Peo también pueden ser mediadores entre el cielo y la tierra, o entre el espíritu y la materia.
  • (…)
  • 4. ¿Qué representa el lugar del vestuario? ¿Qué suele hacerse en el vestuario?
    R/ El vestuario es un espacio de transición simbólica. Es donde uno se quita el uniforme (o sea el rol) y quedarse con el yo real. Claro que al quitarlo puede aparecer la autenticidad…, pero con ella la vulnerabilidad.
  • (…)
  • 5. ¿Qué significados simbólicos tiene el pavo real?
    R/ Clásicamente, el pavo real representa belleza y vanidad pero también visión interior (por aquello de los “ojos” en todas las plumas).
  • (…)
  • 6. ¿Qué significa que caminen pesadamente y no desplieguen sus plumas?
    R/ Sugiere que la belleza o el esplendor está contenido, no exhibido. Es una presencia modesta de algo que puede ser majestuoso, pero que no necesita mostrarse. Tal vez es una invitación a llevar la belleza con humildad.
  • (…)
  • 7. ¿Qué simboliza el color azul celeste?
  • R/ El azul celeste se asocia con el cielo y la espiritualidad. El que sea algo que se recuerda mucho sugiere que es el mensaje esencial del sueño. Para mí, como que enfatiza lo profundo y bello, que no es superficial, y como que refuerza la modestia de los pavos reales que no se exhiben.
  • (…)
  • 8. ¿Cómo se relaciona lo anterior con la conversación real y la sensación de vanidad?
  • R/ La soñante se cuestiona si fue vanidosa, y el sueño parece responderle con una imagen más matizada. Es como si le respondiera que hay belleza y lucidez, pero también humildad. No es de ninguna manera un llamado de atención. Es como si le dijera que la verdadera belleza puede llevarse sin necesidad de exhibirse. Y sin necesidad de imponérsela a los demás.
  • (…)
  • 9. ¿Qué aspecto del proceso de individuación podría estar presente en este sueño?
  • R/ El sueño parece aludir al tránsito del yo colectivo (el rol social) hacia una expresión más auténtica del sí-mismo. ¿De qué manera? Los pájaros y los pavos reales discretos representan una belleza interior que no necesita validación externa. Es una individuación que avanza sin arrogancia, en conexión con lo esencial.

Parte 3

El trabajo con sueños en la práctica psicoterapéutica

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Símbolos, sueños e imaginación: puentes con el inconsciente

  • Los sueños no solo reflejan procesos inconscientes, también pueden transformarnos. Nos cambian el ánimo, las ideas y la actitud ante la vida.
  • Y es que no soñamos solo al dormir: sino que también aparecen ensoñaciones en la vigilia cuando algo cambia dentro, sin razón aparente (p.e. un bajón de ánimo o una alegría repentina).
  • Ejemplo: Una mujer soñaba con una casa en ruinas. En la vigilia, mientras cocinaba, imaginó reparar el techo y pintar las paredes. Esa ensoñación le dio ánimo y la sensación de poder reconstruir su vida. Ese es el valor de los sueños despiertos.
  • Jung observó que estas señales emergen en ensoñaciones y fantasías simbólicas, a menudo ligadas a los mismos temas de los sueños nocturnos.
  • ¿Qué son las ensoñanciones? Las ensoñaciones son invenciones internas sobre el pasado, el futuro o sobre asuntos no resueltos, que intensifican o diluyen emociones y que tienen un fuerte impacto.
  • Y a diferencia de los sueños nocturnos, en las ensoñaciones podemos intervenir en la trama, lo que permite elaborar creativamente lo que duele.
  • Así, imaginación y símbolo no son evasiones: sino que son puertas que llevan al alma, som recursos para sanar, comprenderse y transformar la vida cotidiana.

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Imaginación: energía psíquica en movimiento

  • Así que la imaginación no es un lujo ni una fantasía ociosa. Es una función humana fundamental y ejercitable.
  • Que nos permite traer al presente lo que ya no está o anticipar lo que aún no llega.
  • Con ella podemos recordar, planear, soñar, desear y percibir el mundo como una experiencia integrada.
  • Jung y Damasio coinciden: la mente siempre proyecta ideas, incluso estando dormidos.
  • Para Jung, la imaginación es la expresión directa de la energía psíquica, que se manifiesta en imágenes que mueven los sentidos y la conciencia.
  • Y es un hecho que desde la antigüedad se usa para conectar con lo sagrado, sanar, comprender, crear belleza y afrontar lo inevitable.
  • Pero también Imaginamos lo cotidiano. De qué manera? P.e, al prever consecuencias, ajustar actos, reconstruir la memoria y al proyectar deseos.
  • Según Jung, el camino creativo es una de las mejores vías para acercarse a lo inconsciente: imaginar una escena como real y atravesarla simbólicamente permite transformarla.
  • Ejemplo: Un hombre había perdido a su hermano joven y quedaba bloqueado al hablar del duelo. Un día lo imagina despidiéndose. Le dice lo que nunca dijo y le dice adiós con la mano. Después comienza a escribir sobre el tema y mantiene el vínculo de forma más serena.
  • Así que mucho antes de la arteterapia, Jung intuía el poder curativo de las imágenes vivas… cuando son tomadas en serio.

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Imaginar: camino creativo hacia el alma

  • Para Jung, la imaginación es fuente de toda creación auténtica, pero puede generar malas ideas si no se cultiva con consciencia.
  • Todos poseemos esta capacidad, aunque en algunos esté más desarrollada. Además, puede ejercitarse y expandirse.
  • Ahora, aunque La fantasía surge pasivamente en sueños y ensoñaciones, también puede activarse de manera deliberada.
  • Jung recomienda recurrir al arte: pintar, escribir o dramatizar lo que surge desde un estado emocional.
  • Al traducir emociones en imágenes, Jung mismo sentía alivio y claridad interior.
  • Las imágenes detrás de las emociones son claves para la transformación terapéutica.
  • El analista puede ayudar al paciente a volver su atención hacia sí mismo, iniciando la autorregulación psíquica.
  • Muchas fantasías perturbadoras (como las de miedo) están ligadas a complejos y son el primer material de trabajo.
  • La creatividad —propia o ajena— estimula la imaginación: ya sea a partir de películas, cuentos, música, arte.
  • «Crear cosas uno mismo» (escribir, componer, imaginar escenas) potencia aún más este proceso.
  • En definitiva, imaginar es habitar un espacio interior fértil y simbólico, capaz de transformar y reconfigurar la vida.

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Imaginación y creatividad: recursos vitales del alma

  • Ahora, las personas creativas combinan la apertura al mundo imaginativo de otros, con el deseo de crear algo propio.
  • Les interesa el “como si”: ya sea con visiones nuevas, soluciones posibles y transformaciones deseables.
  • La fantasía abre posibilidades más allá del aquí y ahora, sin rigidez de tiempo ni espacio.
  • Podemos integrar imágenes e ideas para proyectos de vida, para autorretratos simbólicos o para relaciones renovadas.
  • Incluso en enfermedad, encierro o duelo, las imágenes interiores brindan consuelo, sentido y esperanza.
  • Al mover las imágenes internas, las ideas fijas se flexibilizan, ampliando acción y autoeficacia: Y es cuando uno puede decir: “puedo transformar”.
  • Esa autoeficacia requiere práctica y juego interior, dejando que las imágenes evolucionen y den soluciones.
  • La imaginación permite trabajar simbólicamente conflictos, dolores y complejos, calmando o avivando emociones y resignificando lo vivido.
  • Cuando nos Conectamos con mitos, cuentos, rituales o símbolos culturales, eso nos revitaliza y nos vuelve también creadores.
  • Por todo esto, la imaginación es un recurso terapéutico fundamental presente en casi todas las escuelas psicoterapéuticas.

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La imaginación activa: diálogo transformador con el inconsciente

  • Y pasamos al tema de La imaginación activa. Y es que la imaginación no solo es creativa, sino que también es un camino terapéutico fundamental.
  • Estudios recientes muestran imágenes positivas y relacionales, que ofrecen nuevas formas de vínculo y aceptación, incluso a través de animales u objetos simbólicos.
  • Jung desarrolló su técnica de imaginación activa hacia 1913, dando al Yo un rol participativo.
  • Ahora, no se trata de dejarse llevar, sino de entrar conscientemente en la fantasía y dialogar con sus figuras.
  • En esa experiencia el Yo interviene: hace preguntas, escucha respuestas, negocia y se transforma al confrontar lo inconsciente.
  • Es un proceso dialéctico que modifica la actitud consciente sin que el Yo se disuelva.
  • Recuerden que les conté sobre mi imaginación activa, en la que empecé el diálogo con una mujer que se encontraba tirada en el piso, bajo un abrigo.
  • Y esto no es evasión, sino que es un encuentro honesto con lo interno:. Lo que ocurre allí, nos afecta y nos confronta.
  • Esa práctica sostenida, como forma de meditación, permite integrar aspectos del Sí-mismo, y símbolos pueden aparecer luego en sueños.
  • Con el tiempo, se convierte en un camino de autoconocimiento vivo, que ayuda a enfrentar emociones, abrir soluciones simbólicas y conectar con zonas profundas.
  • En definitiva, es una vía para ser más conscientes, flexibles y presentes en la vida.

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La pesadilla y el poder de la imaginación para transformarla

  • Las pesadillas son sueños cargados de miedo que provocan despertares bruscos y desorientados.
  • Se distinguen dos tipos:
    • Pesadillas como tales: temores intensos.
    • Terrores nocturnos: repetición ligada a traumas no elaborados.
  • Las emociones son tan abrumadoras que no logran expresarse, generando repeticiones estereotipadas o fragmentadas.
  • Ocurren con mayor frecuencia en niños; en adultos, un 10% las tiene mensualmente, más comunes en mujeres.
  • Frente a ellas, la imaginación es recurso terapéutico clave.
  • El paciente no solo relata, sino que “imagina” multisensorialmente: colores, olores, sonidos, texturas, sensaciones corporales.
  • Esta recreación sensorial enriquece la experiencia emocional y abre nuevas asociaciones y resignificaciones.
  • Ejemplo: alguien se despierta atrapado en un lugar sin salida. Con el terapeuta, imagina una resolución: un puente que aparece, un guía que llega, un cambio de escenario.
  • No es evasión, sino transformación simbólica del conflicto.
  • Así, la imaginación trabaja con el miedo, abre caminos internos y conecta con una dimensión de esperanza.
  • La psique puede autorregularse y buscar sanación a través de este proceso.

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Sueño de hombre – México

Desde hace muchos años he padecido de una especie de ciclo de pesadillas. Esto funciona así: una noche tengo una pesadilla, no descanso nada y así estoy todo el día. Posteriormente, la noche siguiente, tengo exactamente el mismo sueño. Así se repetía hasta 5 veces, hasta que empecé a cuestionarme si era real lo que veía. Ahora, ya con más practica, tengo un método para frenar las pesadillas. Las analizo una vez desperté, y en la siguiente noche ya soy consciente de que estoy soñando; así que cambio las decisiones que tomo en la pesadilla. Si originalmente corro a la izquierda para escapar de lo que me sigue para matarme, esta vez corro a la derecha,  y así hasta que el sueño pierde lucidez y despierto. Ahí se corta el ciclo.

  • Anoche me sucedió algo que nunca, en todos los años que llevo teniendo pesadillas, me había pasado.
  • En la pesadilla original, tenia que correr por la carretera, y girar a la izquierda. Como ya era consciente de que estaba soñando, gire a la derecha. Extrañamente llegue a mi casa, pero yo sabia que no podría entrar, así que entré a la casa de al lado. Tenía la reja abierta, me metí al jardín hasta llegar a la fuente, y me senté a descansar de la carrera. Levante la vista al tejado de la casa y vi a un joven, de cabello negro y vestido del mismo color. Me veía como intrigado. El chavo bajó del tejado de un brinco y se me acercó y me dijo «Estás soñando». Me quedé en shock. Nunca hubo nadie en mis pesadillas que me dijera eso, así que decidí contestarle: «Lo sé». Me vio muy sorprendido, y ahí desperté. 
  • En términos clínicos y simbólicos, esta pesadilla señala que el soñante ha pasado de la lucha defensiva contra lo inconsciente a la posibilidad de colaborar con él. El reto ahora no es solo controlar las pesadillas, sino escuchar qué quieren decir las figuras que emergen en ellas.

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El comesueños y la imaginación como defensa ante la pesadilla

  • El cuento El tragasueños de Michael Ende muestra cómo la imaginación ofrece soluciones simbólicas a las pesadillas.
  • La princesa Dormilina no logra dormir por los malos sueños, hasta que un “comesueños” llega a liberarla… pero solo de las pesadillas.
  • Estas narraciones ayudan a los niños a sentirse protegidos frente a imágenes amenazantes o confusas.
  • Ejemplo: el león debajo de la cama puede convertirse en aliado contra los monstruos.
  • La literatura infantil y los cuentos simbólicos enseñan que, al dejar de esperar una pesadilla, su frecuencia disminuye.
  • Esto lo confirman investigaciones de Levin y Fireman, y también la práctica clínica.
  • Muchas pesadillas parecen inamovibles: se repiten sin variación ni evolución.
  • En terapia, se invita al paciente a revivirlas con imaginación sensorial: ver, oír, tocar, sentir, dentro de un vínculo seguro.
  • Así, incluso los sueños más repetitivos muestran movimientos sutiles y transformadores cuando se reconocen.

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Transformar una pesadilla a través de la imaginación

  • Olga, de 54 años, tiene cáncer y sueña varias veces con una casa oscura y una puerta con calavera. Grita en el sueño: “¡No, todavía no!”. Despierta aterrada y empapada en sudor.
  • Esta pesadilla simboliza su vivencia del diagnóstico. Soñar ese horror ya es una señal de que su psique empieza a elaborarlo.
  • El problema no es solo el contenido del sueño, sino el miedo de tenerlo, que le impide dormir y mina sus fuerzas para enfrentar la enfermedad.
  • La terapeuta le propone trabajar el sueño con imaginación guiada, usando técnicas que le den control sobre la imagen temida.
  • Se elige como figura el tigre, animal que a Olga le asusta. Se le invita a detener la escena como si fuera un video, congelarla y observar qué pasa.
  • Luego se le enseña a alejar la imagen o a verla en blanco y negro, lo cual reduce su carga emocional.
  • Estas prácticas, simples pero efectivas, le permiten tomar cierta distancia emocional, recuperar el aliento y sentirse menos atrapada.
  • Finalmente, se la guía a crear una imagen interna protectora, como un lugar seguro o un árbol que le da fuerza, para estabilizarse antes de volver a trabajar la pesadilla.
  • El uso de la imaginación no reemplaza la asociación, pero aporta recursos emocionales y simbólicos fundamentales para acompañar lo traumático.
  • Con imaginación, hasta una pesadilla puede convertirse en un proceso vivo de transformación interna

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Puertas de color y símbolos que transforman la pesadilla

  • Olga pensaba que su pesadilla era siempre la misma, pero al observarla con detalle imaginativo, notó pequeñas variaciones, como el color de la puerta: ya no negra, sino verde oscuro.
  • Esta diferencia, aunque mínima, es una señal de transformación psíquica: el inconsciente está activo, no repitiendo sin sentido.
  • Al volver a imaginar la escena desde lejos, Olga ve que la casa está rodeada de alcornoques, árboles que conoció en España y que reverdecen tras el fuego. Esa imagen la conmueve profundamente.
  • En sueños posteriores, la puerta cambia de color: verde, roja, cada una con significados distintos. La roja la lleva a recordar una noche de pasión en el sur; la verde, a una jungla misteriosa con serpientes.
  • Ya no huye del sueño, sino que se acerca con curiosidad y valentía, cruzando simbólicamente umbrales emocionales: del miedo a la posibilidad de vida.
  • La calavera, al principio aterradora, ahora parece más bien una advertencia simbólica, no una amenaza directa.
  • En sus nuevas visualizaciones, Olga explora qué hay detrás de cada puerta, conectando vida, muerte, deseo y memoria.
  • Así, la pesadilla se convierte en un escenario dinámico donde puede explorar su experiencia actual con el cáncer y la posibilidad de transformación interna.
  • La imaginación le abre nuevas puertas, no solo en sueños, sino en su actitud frente a lo que vive.

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Transformaciones de la pesadilla: cuando cambia el estilo del soñar

  • Olga sueña de nuevo con la misma pesadilla: la casa, la penumbra, la puerta… pero ya no hay calavera. Siente alivio y se despierta con menos miedo.
  • Esto muestra cómo, cuando se trabaja una pesadilla a través de la imaginación, las imágenes se modifican y el temor se reduce.
  • Ya en los años 70, se documentó que el estilo de los sueños cambia cuando se elaboran simbólicamente en un entorno seguro, como el espacio terapéutico.
  • Cuando el miedo se nombra y se trabaja, pierde fuerza y los sueños se vuelven más fluidos, menos repetitivos, y se conectan mejor con los conflictos vitales de fondo.
  • Otro camino es el del sueño lúcido: cuando uno se da cuenta de que está soñando y puede actuar con conciencia dentro del sueño. Muchos sueños lúcidos comienzan como pesadillas y, si se logra mantener la calma, se transforman.
  • Hay sueños que sin ser lúcidos, tienen algo de eso. Una joven soñó que un oso la atacaba, y al hacerse pequeña sentía más miedo. Pero entonces se hace grande, y el oso se va. Eso es lo que ha aprendido en la vida real, y lo aplica en el sueño sin saber que sueña.
  • Así, la imaginación y la conciencia se entrenan mutuamente, y permiten que el sueño deje de ser un callejón sin salida para convertirse en un espacio de aprendizaje emocional.

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Sueños iniciales y de transición: señales en los umbrales de cambio

  • En momentos de crisis o transición solemos recordar mejor los sueños. Estamos más abiertos a buscar guía, venga de donde venga.
  • Por eso, al inicio de una psicoterapia suelen aparecer sueños especialmente significativos. Jung los llamó “sueños iniciales”, y les daba enorme valor.
  • Estos sueños no solo muestran el problema actual o las pérdidas del pasado, sino también intuiciones de lo que puede desarrollarse, como si marcaran un rumbo.
  • Además, hablan de la relación con el terapeuta, lo que puede ayudar a comprender desde el comienzo cómo será el vínculo.
  • Son más claros que otros sueños posteriores, y contienen pistas condensadas sobre lo vivido, lo olvidado, lo doloroso… pero también lo posible.
  • En ese sentido, no solo son retrospectivos, sino también prospectivos: apuntan a los recursos internos, a lo que aún puede moverse o surgir.
  • A veces contienen símbolos arquetípicos muy potentes, que invitan a la imaginación a expandirse, y funcionan como semillas de transformación.
  • Un ejemplo bello: una bola de colores que sale disparada del agua. Es solo una imagen, pero puede fascinar, motivar, mover a crear o a pintar… y eso ya es camino.
  • Así, los sueños iniciales son como cartas de navegación para el alma, que anuncian que una vida que parecía detenida aún puede volver a florecer.

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Sueños iniciales: reflejos compartidos del vínculo terapéutico

  • No todos los sueños iniciales muestran una salida clara o recursos evidentes. A veces son imágenes aisladas, sin narrativa, que reflejan más el estado actual que el rumbo futuro.
  • Algunos de estos sueños están marcados por una dirección descendente, como si nos llevaran hacia lo más profundo de lo no resuelto, sin ofrecernos aún claves de sentido.
  • Aun así, tienen valor diagnóstico: pueden orientar sobre el tipo de proceso más adecuado, si una psicoterapia focalizada o un análisis más profundo hacia la individuación.
  • También pueden mostrar desde el comienzo cómo se relaciona el soñante con el terapeuta, qué espera, qué teme o qué repite.
  • Lo más interesante es que estos sueños suelen provocar una contratransferencia: generan en el analista emociones como atracción, rechazo, curiosidad o indiferencia.
  • Esa reacción emocional no es un error. Es parte del campo común que se abre entre ambos, y puede indicar si hay disposición y resonancia para trabajar juntos.
  • Jung decía que los sueños se sueñan entre el analizado y el analista, incluso desde el inicio, porque en el fondo soñamos desde el vínculo, no solo desde nosotros.
  • Así, incluso el sueño inicial más oscuro o estático ya revela algo del campo relacional, y puede ser un punto de partida profundo si lo sabemos escuchar desde ambos lados.

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El sueño inicial como símbolo del camino

  • La vida psíquica puede entenderse como un recorrido: avanzar, perderse, estancarse o tomar decisiones cruciales. Por eso no es raro que los sueños iniciales incluyan caminos, encrucijadas o giros inesperados.
  • Jung destacaba que el estancamiento es un motivo universal en mitos y cuentos, y que los sueños lo representan para señalar que algo está detenido o por revelarse.
  • Rosa, de 36 años, inicia terapia en busca de sentido. Siente que su vida se volvió vacía, y el sueño que tiene antes de la segunda sesión lo refleja.
  • Sueña que camina por senderos sin destino, girando en círculos frente a una casa cerrada. Está cansada y frustrada. De pronto aparece un zorro, símbolo del instinto, al que intenta seguir.
  • El zorro entra en un bosque, sube una montaña y desaparece. Rosa queda sola frente a un vertedero gigante, donde un cura le dice: “Esto también es un objetivo posible”.
  • Rosa se sorprende y desorienta: ella quería seguir al zorro. Pero al bajar por un arroyo, siente alivio y disfrute, lo cual abre una nueva posibilidad emocional.
  • El sueño muestra claramente la búsqueda de sentido y la sensación de pérdida, pero también el valor de seguir las pistas simbólicas.
  • Así, el camino interior puede pasar por la frustración, lo inesperado y lo absurdo, pero también por destellos de orientación si se aprende a seguir las señales.

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Andar en círculos y seguir al zorro

  • Rosa sentía que daba vueltas sin avanzar, como si caminara en círculos en su vida. Su esposo le reprochaba tomarse demasiado en serio su malestar emocional.
  • En su sueño, pasaba una y otra vez frente a una casa con las contraventanas cerradas. Al imaginarla, primero la veía gris y repelente, pero luego, tras aparecer el zorro, la percibió menos sombría y con posibilidades.
  • Rosa intuía que esa casa era una imagen de sí misma: cerrada, agotada, en espera de algo nuevo.
  • La frase “estoy cansada de caminar en círculo” sintetiza su situación. Y justo en ese punto aparece el zorro, símbolo que transforma la escena y la impulsa hacia otra dirección.
  • El zorro era para Rosa un animal astuto y fascinante: en la vida real siempre lograba robar sus gallinas, por más que intentaran protegerlas.
  • En el sueño, seguir al zorro era seguir el instinto que sabe hacia dónde ir. En los cuentos, el zorro guía al héroe o heroína hacia lo que realmente necesita.
  • Este animal puede representar tanto sabiduría y astucia como deseo, fertilidad y agresividad saludable, necesarias para defender la vida frente al agotamiento psíquico.
  • Tal vez, incluso, Rosa proyectaba en su terapeuta esa capacidad “zorruna” de acompañarla y orientarla.
  • En este momento, el zorro se convierte en figura guía en el proceso terapéutico, y marca el paso del estancamiento al movimiento simbólico.

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Del círculo cerrado a la corriente vital

  • Rosa ya no gira en círculo: ahora vislumbra una dirección, aunque el camino aún esté lleno de desafíos.
  • La escombrera, símbolo de lo acumulado y olvidado, aparece en el sueño como un lugar que ya no es el destino final, sino solo una estación del proceso.
  • El cura, figura del juez interior, resulta caricaturesco para Rosa. Su rigidez ya no tiene el mismo poder sobre ella.
  • Aunque el zorro desaparece, sigue presente como guía interior. Rosa ahora camina junto a un arroyo, símbolo de la vivacidad psíquica: el alma en movimiento.
  • Rosa siente que sí hay un camino, uno propio y posible, donde puede cuidar de sí misma sin renunciar al contacto con otros.
  • En una imaginación activa posterior, reafirma esa vivencia: el zorro la ha conectado con su autonomía y libertad interna.
  • El terapeuta también se siente convocado: la casa cerrada le resulta intrigante y el zorro le parece un recurso latente, una semilla de transformación.
  • La contratransferencia positiva indica que hay resonancia simbólica compartida y potencial de desarrollo.
  • Este sueño contrasta con la historia de Rosa: infancia rota, madre alcohólica, embarazo precoz, vida sin sentido. Pero el sueño habla otro idioma: revela potenciales, recursos, esperanza.
  • En medio del dolor y el estancamiento, el símbolo guía aparece, y ambos —terapeuta y paciente— sienten que hay camino.

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La ambivalencia en los sueños iniciales

  • Al comienzo de una terapia, es normal sentirse ambivalente: hay entusiasmo por el cambio, pero también dudas e inseguridad. Esta tensión aparece muchas veces en los sueños iniciales.
  • Un hombre de 46 años sueña que va con buen ánimo a escalar una montaña, pero un chico de 14 años solo quiere comer, lo que lo frustra. Al despertar, se siente enfadado.
  • En la vida real, este hombre reconoce que suele tener ese tipo de lucha interna: quiere avanzar, pero algo dentro de él lo detiene… y termina comiendo.
  • El chico del sueño se parece al adolescente que fue: opositor, pasivo, rebelde con su padre. Hoy, su parte adulta quiere avanzar (hacer terapia, mejorar), pero ese “chico interno” sigue presente.
  • Este sueño refleja una experiencia de complejo: se identifica con el padre que dice “Contigo no se llega a ninguna parte”.
  • El impulso a comer se vuelve síntoma, pero también mensaje de una parte necesitada. Tal vez no haya que “eliminar al chico hambriento”, sino ver qué necesita y cómo integrarlo.
  • El sueño muestra dos tendencias internas: una quiere avanzar rápido; la otra se resiste y ralentiza. El reto será atender a ambas en la terapia.
  • Así, el sueño inicial no solo revela el conflicto, sino también plantea una pregunta central: ¿puede esta persona cuidar de sus metas sin abandonar a su niño interno?

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Diferencias entre el ritmo del terapeuta y el del paciente

  • El terapeuta propone que el sueño del paciente muestra expectativas ambivalentes: por un lado, quiere avanzar con fuerza; por otro, teme depender demasiado de la terapia como fuente de “alimento emocional”.
  • Cuando se le sugiere que el chico del sueño representa una parte de sí mismo, el paciente reacciona molesto. Aceptar eso no es fácil.
  • Conversan luego sobre la imagen de la terapia como subida a una montaña. El paciente visualiza una ruta empinada, rápida, sin pausas. Para él, eso refleja motivación y compromiso.
  • El terapeuta, en cambio, siente una contratransferencia: le parece que ese camino es demasiado exigente para su situación (trastornos cardíacos, sobrepeso) y propone un sendero alterno, más lento pero más realista.
  • Así descubren que tienen ideas distintas sobre cómo debería ser la terapia. El analista le deja claro que puede elegir otro terapeuta, pero también le señala que este desacuerdo puede ser parte del proceso.
  • Finalmente, el paciente decide quedarse, dándose permiso para ir a otro ritmo, más cuidadoso con su parte vulnerable representada por el chico de 14 años.
  • Este momento marca un giro importante: aceptar los propios límites y cuidar de uno mismo es ya un acto terapéutico.

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Cuando el sueño inicial es poco estructurado

  • Hay personas que llegan a terapia sin una estructura interna clara: se sienten desorientadas, tienen dificultades con sus emociones, reaccionan de forma impulsiva y no logran establecer relaciones estables.
  • Sus sueños suelen ser imágenes aisladas, sin historia, sin antes ni después. Más que símbolos, son expresiones directas del estado emocional: angustia, encierro, desconexión.
  • No se trata de interpretar símbolos al inicio, sino de captar qué nos dicen estos sueños sobre el estado psíquico del paciente y qué eventos pueden haber generado esa desconexión afectiva.
  • Aunque parezcan imágenes “planas”, estos sueños también pueden ofrecer recursos, como una tímida esperanza o una necesidad de ser ayudado, aunque esté expresada de manera muy pasiva.
  • Un ejemplo claro: una mujer sueña que está encerrada en una caja oscura esperando que alguien la saque. No sabe qué siente, solo que “ya estaba oscuro”. No hay rabia ni impulso, solo espera. Pero esa esperanza de ser rescatada ya es algo valioso.
  • Estos sueños son frecuentes en pacientes borderline y deben tratarse con mucha sensibilidad, enfocándose primero en el vínculo y en la contención emocional, antes que en la elaboración simbólica.
  • El objetivo inicial no es interpretar, sino acompañar: mostrar que alguien está ahí, comprendiendo el estado de la persona, y ayudarla a encontrar poco a poco nuevas formas de relacionarse consigo misma y con los demás.

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Un sueño inicial que revela una vivencia de encierro

  • Algunos sueños iniciales no apuntan al proceso de individuación, sino a la necesidad de establecer contención y vínculo terapéutico. No hay una vía clara, pero sí una expresión emocional potente.
  • En este caso, la soñante se ve encerrada en una caja, con las piernas encogidas y el cuello doblado. Dice que está segura allí. No hay historia, solo una imagen: «como muerta», «terriblemente encajonada».
  • La terapeuta no fuerza una interpretación simbólica, sino que acompaña desde la experiencia emocional: explora la sensación de seguridad, pregunta por el espacio, y la paciente menciona que tal vez podría haber una mirilla.
  • Aparece así una posibilidad: ver hacia afuera. La caja sigue siendo estrecha, pero ya no está completamente cerrada ni oscura. La paciente menciona incluso que tiene sed. Aparece el deseo, un movimiento hacia la vida.
  • A partir de esta imagen se activa una experiencia de complejo infantil: cuando era niña, su padre la encerraba en un cuarto oscuro si alguien se enfadaba en casa. No entendía el motivo, y su reacción era esconderse, disociarse.
  • La situación actual (el novio amenaza con dejarla si no va a terapia) reactiva esa vivencia de exclusión y amenaza. Pero ahora, la paciente empieza a diferenciar: su pareja no grita ni pega, solo se desconecta.
  • Gracias al trabajo con el sueño, la paciente empieza a comprender que lo que imagina del otro puede estar teñido por su pasado. Se permite pensar que puede preguntar en lugar de asumir.
  • Este tipo de sueños permiten un trabajo emocional delicado: no muestran un camino, pero sí abren una posibilidad relacional, una grieta en el encierro psíquico, una pequeña sed que puede alimentar el proceso.

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