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Buenas noches. Nos reunimos hoy lunes 25 de agosto de 2025 para continuar con nuestro libro de Verena Kast, «Sueños: El misterioso lenguaje del inconsciente».
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Hoy vamos a cambiar de tema para pasar al importante proceso de individuación.
- Jung decía que la individuación marca un punto de inflexión en la vida. En 1931, a sus 58 años, reflexionó sobre los cambios que surgen en la mitad de la vida, observando que muchas personas atraviesan depresiones que en realidad enmascaran una crisis de falta de sentido en la existencia.
- Durante los primeros años de vida adulta, la atención se enfoca en metas externas:
- En conseguir una profesión, una pareja, tener hijos, lograr reconocimiento social y un trabajo estable.
- Pero para adaptarnos a esas metas, muchas veces tenemos que dejar de lado aspectos propios, sacrificando partes de nuestra personalidad que no encajan con ese modelo.
- Jung observó que en la madurez, lo no vivido —o sea los caminos no tomados, o los talentos no expresados— comienzan a generar malestar. Esa omisión de partes esenciales de uno mismo puede ser una raíz profunda de la depresión.
- Y al llegar la segunda mitad de la vida, el movimiento vital cambia:
- De buscar afuera, pasamos a mirar hacia dentro.
- Y en ese momento reaparecen cualidades que fueron propias de la infancia, como la imaginación o la sensibilidad.
- Y además cambian los intereses, y a veces las creencias se vuelven un poco rígidas.
- Centrarse en uno mismo deja de ser visto como egoísmo, y se convierte en una necesidad psicológica profunda:
- ¿Por qué? Porque Se trata de entrar en contacto con el yo profundo, no con el yo adaptado socialmente.
- Este yo esencial orienta un desarrollo más auténtico.
- En esta etapa, las metas dejan de ser externas y sociales. No se trata de volverse uno egocéntrico, sino de entrar en contacto con uno mismo.
- Jung lo llama individuación:
- “Un proceso de integración que da profundidad, que da coherencia y que da sentido a la vida.”
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Es bien conocida la metáfora de Jung de que la trayectoria de vida de los seres humanos, desde el nacimiento hasta la muerte, se asemeja al curso diurno del Sol, que sale del mar por la mañana, alcanza el zenit al mediodía y desciende durante la tarde para llegar al ocaso al final del día. Dice Jung: “Por la mañana, el Sol emerge del mar nocturno de la inconsciencia y, conforme va elevándose en el firmamento, más se asoma y se propaga por el ancho universo. Gracias a la elevación, el Sol reconocerá su importancia y divisará su máximo objetivo en la mayor altura posible. A las doce del mediodía comienza el ocaso. Y el ocaso es la inversión de todos los valores e ideales de la mañana. El sol se vuelve inconsecuente. Es como si contrajera los rayos. La luz y el calor disminuyen hasta que finalmente se extinguen”
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La individuación y la búsqueda de sentido
- Vivir con sentido es una necesidad vital, especialmente en esta segunda mitad de la vida.
- Antes, la religión ofrecía una guía para afrontar la vejez y la muerte, pero con el tiempo la religión ha perdido ese papel para muchas personas.
- Jung no veía la vejez como decadencia, sino como una etapa con propósito. Y se preguntaba si ese propósito no sería desarrollar la vida interior.
- Propuso que en esta etapa también hay un proceso de crecimiento, al que llamó individuación.
- La individuación es el camino para llegar a ser uno mismo, dejando atrás lo que no somos.
- Para ilustrar la individuación, Hillman usaba la imagen de una bellota que se convierte en un roble. Una bellota no puede convertirse en un pino, aunque lo desee. Su destino natural es llegar a ser lo que es.
- En cambio, el ser humano sí puede alejarse de su esencia, y vivir algo que no le corresponde, aunque parezca funcionar.
- Y es que el entorno influye mucho. Por ejemplo, un ambiente favorable puede ayudar al crecimiento auéntico, pero un entorno adverso puede desviarnos. Pero en la segunda mitad de la vida podemos buscar retornar al camino correcto.
- La individuación se da en el contexto de las relaciones humanas, donde surgen oportunidades de integración. Concretamente, las fantasías, los recuerdos y los símbolos juegan un papel fundamental en la integración.
- ¿Qué tipo de símbolos? Por ejemplo, los que aparecen en los sueños o en las imágenes creativas.
- Así que parte del proceso consiste en integrar aspectos de nosotros que antes pasaron desapercibidos. Y también implica soltar lo que ya ha sido superado.
- Recordemos en nuestro ejercicio del Árbol de la Vida, las cosas que se nos pedia que soltáramos, para abrir paso a una vida más auténtica.
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Integrar la personalidad fragmentada
- Insistamos en que uno de los pilares de la individuación es la integración de los diversos aspectos que forman parte de nuestra personalidad.
- La individuación implica reunir partes de la psique que estaban separadas, inconscientes o proyectadas.
- Esto puede activarse desde el inconsciente (por ejemplo mediante sueños) o desde el exterior (a través de relaciones o de crisis), y muchas veces ambas fuentes se entrelazan.
- A menudo, proyectamos aspectos no reconocidos de nosotros en los demás. Reconocer esto permite recuperar e integrar esas partes.
- No solo se trata de sumar partes, sino también de diferenciarse, trazando límites, dejando lo que no somos y acercándonos a lo esencial nuestro.
- Esto conlleva distanciarse de normas sociales impuestas, mandatos familiares y complejos internalizados de nuestros padres que nos condicionan.
- También implica afrontar otras fuerzas internas compulsivas que nos hacen repetir patrones no elegidos.
- Hay unas preguntas que es fundament hacernos: ¿Qué deseo realmente?, ¿Qué patrones estoy repitiendo sin darme cuenta?, ¿Qué aspectos de mí aún no están plenamente vividos?
- El proceso exige cuestionarse uno constantemente, abrirse a nuevas respuestas y revisar viejas certezas.
- Lo esencial no es hallar verdades fijas, sino mantenerse en un diálogo honesto con uno mismo, reconociendo la unicidad de nuestra experiencia.
- Conocerse implica reintegrar lo rechazado o desconocido en nuestra autoimagen.
- Pero también es un proceso relacional: los otros nos sirven de espejo, nos sirven de desafío y también de oportunidad de transformación.
- Como dice Jung: “La relación con el Sí-mismo es al mismo tiempo relación con el prójimo…”; no hay vínculo genuino con otros si no hay una conexión previa consigo mismo.
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Sueño de Juan Carlos.
- Presento este sueño como ejemplo de una avance en mi proceso de individuación. Es de hace como un mes, y responde a un momento en que se resolvieron una serie de problemas que estaba elaborando internamente y se dio este sueño que refleja ese avance. Así, luego aparecieran nuevos desafíos.
- «Estamos llegando con mi esposa a una parte de la ciudad de Bogotá que está recién reconstruida. Era una parte que habían estado tratando de reconstruir arquitectónicamente varias personas, pero que no lograban que quedara bien reconstruida pues no quedaba históricamente creíble, sino como “en borrador”, y mal hecha. Pero ahora, veíamos que lo habían logrado. Algunas calles habían desaparecido y otras las habían transformado, y es como si hubieran logrado unir el pasado y el presente de manera admirable y creíble. ¡Lo habían podido hacer!
- La última parte de las reformas parecía como con casas hechas de ponqué, como muestra de celebración por el logro! Estábamos felices y admirados pues era un objetivo conseguido, luego de bastante tiempo y bastantes intentos.
- Seguíamos caminando por otra parte de la ciudad, en donde también veíamos cambios. Eran lugares que antes estaban deteriorados, pero que los arquitectos habían logrado removerlas para abrir en su lugar amplias avenidas nuevas, que admirábamos también, pues habían logrado la reconstrucción en muy poco tiempo! Recorríamos estas nuevas zonas alegres por lo que veíamos. Lo habían logrado!”
Espero mostrar cómo las reconstrucciones urbanas que integran pasado y presente reflejan simbólicamente transformaciones internas profundas Allá donde había intentos fallidos y zonas deterioradas, ahora hay integración y renovación. Esto puede leerse como emergencia de un nuevo orden interior más coherente.
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Individuación: vínculo, proceso y dimensión simbólica
- Continuando con la individuación, advierto que no se trata de un proceso aislado. Sino que la relación con uno mismo y con los demás se influyen mutuamente en un diálogo constante.
- Es decir, que uno puede buscar la individuación con autonomía estando en relación con los demás, y no desde el aislamiento. El objetivo no es solo ser libres, sino también relacionarnos desde esa libertad.
- Y algo que auiero que quede muy claro y es que aunque lo ideal es alcanzar una sensación de plenitud ese estado es una utopía. Es decir, que nunca la alcanzaremos de manera definitiva.
- Eso nos lleva a que lo importante no es tanto “llegar”, sino estar en el camino. Es lo que sucede en mi sueño, que indica un logro. Pero no es que haya llegado a la meta. Sino que avancé en mi camino.
- El núcleo del proceso es el diálogo entre lo consciente y lo inconsciente. Entre lo que sabemos de nosotros y lo que aún ignoramos.
- Y esa tensión se vive tanto en el interior como en las relaciones con los demás.
- No se trata de resolver rápidamente las cosas, sino de sostener los opuestos hasta que surja algo nuevo.
- Y lo que vieron en mi sueño y es que los símbolos emergen como puentes y lenguaje de esa transformación.
- Y algo clave y es que se produce una Activación de arquetipos, entre otros:
- El Anima y el Animus: que ya saben ustedes que son figuras internas contrasexuales que viven en el alma y que funcionan como guías del proceso e influyen en la forma en que nos relacionamos con los demás. Además, ayudan a liberar al yo de patrones paterno y materno.
- Y también se puede constelar la Sombra, que representa todo lo que ha sido rechazado o reprimido. Pero no solo lo reprimido negativo, sino también talentos y potencias no vividas.
- Y también el arquetipo del Sí mismo: Jung distingue entre el yo, centro de la conciencia, y el Sí-mismo, que es el centro y núcleo profundo de la psique en general.
Ese Sí mismo es el origen, el centro organizador y el destino del proceso de individuación. Y algo fundamental, y es que la tensión entre el yo y el Sí-mismo es lo que impulsa el desarrollo psíquico.
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El Sí-mismo como centro orientador de la psique
- Jung concibe el Sí-mismo como el centro profundo de la psique, un arquetipo que guía y organiza la vida interior. Lo describe como un espíritu rector, un espíritu guía que impulsa nuestro desarrollo a lo largo de la vida.
- A diferencia del yo consciente, el Sí-mismo no se limita a lo personal. Sino que representa algo más amplio y universal. Es lo esencialmente humano que habita en cada uno. Desde esta perspectiva, avanzar en la individuación no es solo volverse uno mismo, sino también realizar lo humano en nosotros.
- Jung retoma la imagen alquímica del Unus Mundus, que es una realidad en la que mundo interno y externo están profundamente conectados. Lo dice la alquimia de esta manera: Lo que está dentro, también está fuera; Lo que está fuera, también está dentro. Este principio permite comprender los símbolos desde lo psicológico y también desde su resonancia con el mundo.
- El Sí-mismo se manifiesta a través de símbolos de totalidad, como el círculo, la cruz dentro del círculo, la esfera o el niño divino, que aparecen en sueños o imágenes espontáneas.
- Cuando alguien entra en contacto con este arquetipo, experimenta un profundo centramiento, una sensación de equilibrio y de identidad verdadera. Surge también la intuición de que la vida tiene sentido, y con ello una forma de autoestima auténtica y esperanza activa hacia el futuro.
- El contacto con el Sí-mismo, entonces, no es una idea abstracta, sino una experiencia transformadora que reordena la psique desde dentro.
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Y les presento ahora el Sueño donado por un hombre de Ecuador.
Traten de descubrir qué arquetipos pueden ustedes descubrir.
- «Estoy en una celebración que parece de fin de año, junto a María, en una terraza amplia y luminosa, en la parte superior de un edificio clásico. Un amigo nos mira desde abajo. Otras personas están sentadas alrededor de un gran círculo. Al despedirnos, María camina hacia la derecha, bordeando el ruedo de personas en dirección de las agujas del reloj, mientras yo bordeo el ruedo por la izquierda. Nos encontramos cuando hemos recorrido la respectiva mitad del ruedo. Nos quedamos de espaldas al grupo, contemplando juntos un extenso y armonioso jardín circular, lleno de flores de colores suaves y caminos ordenados. Nos inclinamos ligeramente para observar mejor el jardín. Entonces aparece un niño de unos 9 años, que nos pide ayuda para identificar una planta: es alta, delgada, con una flor azul prusiana y muchos pistilos. Le digo que no la conozco porque yo solo tengo una cultura urbana. Al decir esto, me agacho más, casi en cuclillas, y me digo: ‘Te pido Dios que me des la suerte de tener una casa tan bella como esta’. Me conmuevo hasta las lágrimas, pero contengo el llanto para no ser visto. Entonces, el sueño termina.»
(…)
Una pregunta para reflexionar en estas ativaciones arquetipales:
¿Qué arquetipos del desarrollo pueden reconocerse en este sueño?
(…)
R/ Aparece el arquetipo del anima en la presencia de María, aparece también la sombra en la presencia del amigo que observa desde lo alto, aparece también el niño como mensajero o guía interior. El jardín representa la totalidad psíquica, vinculada al Sí-mismo. También la invocación a Dios es una invocación al Sí mismo. La escena sugiere un momento de integración y apertura emocional, que forma parte del camino de individuación.
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Un sueño en medio del caos: símbolo del Sí-mismo
- Y ahora leamos el sueño que relata Verena Kast y que pertenece a un hombre de 46 años que se encontraba profundamente angustiado.
- Su esposa e hijos estaban en Tailandia, justo en la zona afectada por el tsunami, y no tenía noticias de ellos.
- La incertidumbre y el miedo lo sobrepasaban: se culpaba por no haber viajado con ellos y estaba al borde del colapso emocional.
El sueño
«Veo continuamente olas, olas altas que arrastran mi casa, después me despierto de nuevo, y luego veo otra vez olas… Y, de repente, estoy en el claustro de un monasterio. En el centro del jardín cuadrado hay una fuente completamente desprovista de adornos, y yo me dirijo hacia ella y me siento muy tranquilo.
Entonces me despierto y me había tranquilizado. Había vuelto a mí y me dije: “Que pase lo que tenga que pasar. A nadie le ayuda que yo me esté volviendo loco aquí. Tal vez todo esto tenga sentido”.»
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Del terror a la serenidad: el efecto del símbolo
- El sueño comienza con la repetición de imágenes caóticas: olas enormes que arrasan con su casa.
- Estas olas representan claramente la inundación emocional, el miedo, el desborde de la situación real vivida.
- Sin embargo, en medio de ese horror, aparece de pronto una imagen completamente distinta:
- Un claustro de monasterio,
- Un jardín cuadrado,
- Y en el centro, una fuente sencilla, sin adornos.
- Esta imagen trae una sensación de paz profunda, de retorno al centro interior.
- Al despertar, el soñante se siente reconectado consigo mismo, capaz de decirse con claridad: “Que pase lo que tenga que pasar”.
- En la iconografía simbólica, el claustro cuadrado con una fuente central es una imagen del Sí-mismo.
- El cuadrado sugiere orden, estabilidad, contención.
- La fuente en el centro representa el manantial de vida interior, el punto de calma desde el cual todo se organiza.
- Podemos analizar el Sí mismo desed dos perspectivas:
- Estructuralmente, el Sí-mismo es el arquetipo del orden psíquico y del centramiento.
- Y Dinamicamente, es una fuerza que nos impulsa al crecimiento interior.
- La relación entre el Yo (que es el centro de la consciencia) y el Sí-mismo (que es el centro profundo de toda la psique) es de influencia mutua.
- El Sí-mismo participa en la evolución del Yo, mientras que el Yo, a través de su trabajo interior, transforma la expresión del Sí-mismo.
- Es una danza constante entre lo conocido y lo profundo, entre lo personal y lo arquetípico.
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El Sí-mismo: totalidad en transformación
- Jung insiste en que el Sí-mismo es un proceso en continuo devenir, que se va profundizando a lo largo de la vida.
- Ahora, a diferencia de los otros arquetipos que son figuras más fáciles de identificar, el S-M no lo es tanto. Se identifica más por el sentimiento numinoso que sentimos ante él. Por ej, el jardin redondo del sueño.
- Cualquier imagen que exprese una totalidad superior al yo puede funcionar como símbolo del Sí-mismo.
- Esa «totalidad» es fundamental en este arquetipo. Por eso, Jung advertía que símbolos importantes, como la figura de Cristo, no representan la totalidad psíquica, pues omiten lo oscuro y lo rechazado.
- De ahí la imagen simbólica de este hombre acompañado por los opuestos: lo luminoso y lo demoníaco. Y es que sin integración del mal, no hay totalidad.
- Y eso lleva a reiterar que ndividuarse no es volverse uno “bueno”, sino volverse más completo. Y eso implica integrar lo sombrío en nosotros.
- Los símbolos del Sí-mismo a menudo se identifican con imágenes de Dios, como lo vimos el el sueño del hombre de Ecuador, y es por esa totalidad y fuerza emocional que transmiten.
- Y no por su contexto religioso, sino por comunicar una experiencia de experiencia profunda de sentido y de trascendencia. Son como puentes hacia lo sagrado, más allá del yo personal.
- Y en este sentido, el encuentro con el Sí-mismo es una vivencia emocional profunda, que transmite transformación y conexión con algo misterioso que trasciende en yo.
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Esta es la imagen que genera la Inteligencia Artificial de un Dios que refleja la Totalidad y Completez.