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- Buenas noches. Nos reunimos hoy 27 de octubre para seguir con nuestro libro de Verena Kast «Sueños, el misterioso lenguaje del inconsciente», continuando hoy con la Parte 3: La fuerza creativa de los sueños.
- La sesión pasada vimos cómo las pesadillas pueden transformarse cuando se elaboran simbólicamente, como en el caso de Olga, cuya puerta negra con calavera se volvió verde y luego roja, signo de cambio interior. Kast mostró que, al trabajarse los sueños con imaginación y conciencia, el miedo se disminuye y surge luego un aprendizaje emocional. También emoezamos a explorar los sueños iniciales de la terapia, que reflejan crisis, recursos y el vínculo con el terapeuta, abriendo el camino hacia la individuación y la integración de lo inconsciente.
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Cuando el sueño inicial es poco estructurado
- Hoy continuamos con ese tema de los sueños iniciales. Nos dice Kast que hay también personas que llegan a terapia sin una estructura interna clara. Puede ser algo vago, en que se sienten desorientadas, tienen dificultades con sus emociones, reaccionan de forma impulsiva y no logran establecer relaciones estables.
- Y sus sueños suelen ser imágenes aisladas, sin historia, como sin un antes ni un después. Y más que símbolos, son realmente expresiones directas del estado emocional de angustia, encierro, y desconexión.
- Y en esos casos, no se trata de interpretar símbolos al inicio del proceso, sino de captar qué nos dicen esos sueños sobre el estado psíquico del paciente y qué eventos pueden haber generado esa desconexión afectiva.
- Aunque parezcan imágenes “planas”, esos sueños también pueden ofrecer recursos. Pueden ser como una tímida esperanza o una necesidad de ser ayudado, aunque esté expresada de esa manera tan pasiva.
- Y Kast da un ejemplo claro. Se trata de una mujer que sueña en las etaas iniciales del proceso que está encerrada en una caja oscura, esperando que alguien la saque. No sabe qué siente, solo que “ya estaba oscuro”. Y no hay rabia ni impulso, sino que solo espera. Pero esa esperanza de ser rescatada ya es algo valioso terapéuticamente.
- Estos sueños son frecuentes en pacientes borderline. Para quienes no lo sepan, el trastorno borderline o trastorno límite de la personalidad se caracteriza por una gran inestabilidad en lo emocional, en su identidad y en sus relaciones interpersonales, con grandes temores al abandono. Estas personas que lo padecen suelen oscilar entre la idealización y la rabia, y presentan una gran impulsividad y un profundo vacío interno.
- Dice Kast que estos pacientes deben tratarse con mucha sensibilidad, enfocándose primero en el vínculo y en la contención emocional, antes que en la elaboración simbólica.
- Y el objetivo inicial principal no es tanto interpretar, sino acompañar. Es decir, mostrar que alguien está ahí, comprendiendo el estado de esa persona, y ayudarla a encontrar poco a poco nuevas formas de relacionarse consigo misma y con los demás.
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Un sueño inicial que revela una vivencia de encierro
- Así que algunos sueños iniciales no apuntan al proceso de individuación, sino a la necesidad de establecer contención y un vínculo terapéutico. En esos casos, no hay una vía clara, pero sí una expresión emocional muy potente.
- En este caso, la soñante se veía encerrada en la caja, con las piernas encogidas y el cuello doblado. Y decía que estaba segura allí. No hay ninguna historia, sino solo esa imagen. Y decía que estaba «como muerta» y «terriblemente encajonada».
- La terapeuta en este caso no fuerza una interpretación simbólica, sino que acompaña desde la experiencia emocional. Trata es de explorar la sensación de seguridad. Pregunta por el espacio, y la paciente menciona que tal vez podría haber una mirilla dentro de la caja.
- Aparece así una posibilidad y es la de ver hacia afuera. La caja sigue siendo estrecha, pero ya no está completamente cerrada ni oscura. La paciente menciona incluso que tiene sed. O sea, que aparece el deseo, que es un movimiento hacia la vida.
- Y a partir de esta imagen se activa una experiencia de complejo infantil. Y es que cuando era niña, su padre la encerraba en un cuarto oscuro si alguien se enfadaba en la casa. Ella no entendía el motivo, y su reacción era esconderse… y disociarse.
- Y cuenta la situación actual y es que el novio amenaza con dejarla si no va a terapia. Y eso reactiva esa vivencia de exclusión y de amenaza. Pero ahora, la paciente empieza a diferenciar las cosas y es que su pareja no la grita ni le pega. Solo se desconecta de ella.
- Y gracias al trabajo con ese sueño, la paciente empieza a comprender que lo que imagina del otro, puede estar teñido por su pasado. Ella se permite ahora pensar que puede preguntar, en lugar de asumir.
- Este tipo de sueños permiten un trabajo emocional delicado, porque no muestran un camino, sino sí abren una posibilidad relacional, una grieta en el encierro psíquico, una pequeña sed que puede alimentar el proceso. Y acá se termina esta parte.
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El nivel de sujeto, el de objeto y la interpretación intermedia
- En la interpretación en el nivel de sujeto, todos los personajes del sueño representan aspectos del soñante mismo.
- Cada figura personifica rasgos de su propia personalidad, no simples proyecciones generales.
- Por ejemplo, soñar con un zorro podría simbolizar el rasgo ladino del soñante.
- Esta interpretación parte de la idea junguiana de que todo lo que aparece en el sueño pertenece a la totalidad psíquica del individuo.
- El nivel de sujeto supone que los sueños muestran continuamente aspectos del yo y del mundo interior que buscan restaurar el equilibrio emocional.
- En alquimia se dice: “Como es afuera es adentro”. Es decir, que lo que ocurre en el exterior también refleja procesos internos.
- En última instancia, expresa la visión de Jung de la unidad de todos los seres humanos en el inconsciente colectivo y la potencial completud de la psique.
- Según Ermann, esta forma de interpretar los sueños constituye una aportación original de Jung que ha influido en muchas escuelas psicoterapéuticas, aunque a menudo sin reconocer su origen.
- El objetivo principal es favorecer el autoconocimiento a través del trabajo con los símbolos oníricos.
- Por el contrario, en la interpretación objetiva, se considera que las personas del sueño representan figuras reales del entorno del soñante o proyecciones hacia ellas.
- Esta forma es útil cuando aparecen personas significativas o conflictivas: seres queridos, figuras de autoridad o personas rechazadas.
- Ejemplo: una mujer sueña repetidamente con su jefe, a quien considera tonto. El sueño la confronta con el hecho de que subestima en exceso a esa figura.
- Los sueños en este nivel revelan aspectos de la realidad relacional y también proyecciones inconscientes.
- Algunos sueños pueden incluir ambos niveles, lo que da lugar a una interpretació intermedia.
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Soñar con la infidelidad
- Soñar con la infidelidad es común y suele generar inquietud, incluso después de despertar. Una mujer de cincuenta años sueña que su esposo abraza amorosamente a otra mujer y, aunque él niega tener una amante, ella no logra liberarse de la desconfianza.
- Tales sueños pueden expresar temores inconscientes de pérdida o separación, e incluso deseos reprimidos de distanciarse del otro. A veces, el inconsciente proyecta la acción de separarse en la figura del compañero.
- Desde una perspectiva simbólica, la figura de la amante puede representar aspectos rechazados o no desarrollados de la propia personalidad. Observar cómo se percibe a la amante permite descubrir contenidos ocultos del sujeto.
- En el caso descrito, la amante del sueño es una mujer joven, masculina y salvaje, con algo fascinante pero también amenazante. Al reflexionar, la soñante reconoce que su esposo podría sentirse atraído por una mujer menos “femenina” que ella.
- La soñante, educada para ser una “dama”, comprende que ha reprimido su faceta libre y espontánea, aquella “niña diablilla” que jugaba con los chicos antes de ser obligada a comportarse con decoro.
- El sueño le permite reconectar con esa parte vital e indómita de sí misma, invitándola a integrar rasgos más naturales y menos rígidos.
- Así, la aparente infidelidad onírica no anuncia una traición real, sino que señala la necesidad de recuperar autenticidad y espontaneidad. El sueño se convierte en un llamado del inconsciente a reconciliarse con la energía salvaje y creativa perdida.
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El conflicto de relación y la constelación del complejo
- El sueño de una mujer de 32 años muestra un conflicto relacional:
- «Voy a visitar a mi novio y me dice con cara de desprecio y «de negocios», que solo quiere verme si anuncio mi visita, y no tan a menudo. Me sentí triste, desamparada, abandonada, sola. Cuando me desperté, estaba triste».
- La interpretación en el nivel de objeto revela su temor a molestar o ser rechazada cuando expresa necesidad afectiva. Este patrón se repite en sus relaciones: evita mostrarse espontánea y teme ser una carga, incluso con el terapeuta.
- Su dificultad para comprometerse y confiar refleja un complejo relacional arraigado.
- En el nivel de sujeto, se descubre la constelación del complejo paterno: su padre, ocupado y distante, solo dedicaba diez minutos diarios a los hijos. Ella valoraba intensamente ese breve tiempo, viviendo la relación como algo escaso y condicionado.
- El sueño reactiva esa vivencia infantil: el anhelo de cercanía unido al miedo al rechazo.
- Así, la escena onírica no describe al novio real, sino una herida temprana que se proyecta en la vida actual.
- El trabajo terapéutico consiste en reconocer este complejo y aprender a establecer vínculos más libres, donde el deseo de contacto no se viva como una molestia sino como una necesidad legítima de relación.
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Del miedo al rechazo al reconocimiento del deseo legítimo
- La paciente comprende que su padre, aunque la “citaba”, a menudo la hacía sentir como una molestia. Esa ambivalencia la marcó profundamente.
- De niña anhelaba más contacto: que él hablara con ella a solas, que la tomara en sus brazos. Al no cumplirse esos deseos, desarrolló la convicción de no tener derecho a buscar cercanía.
- Esta herida se transformó en un patrón: desea vínculos, pero se reprime por miedo a incomodar. Por eso siente culpa incluso cuando alguien la acoge.
- El sueño repite la escena del rechazo, pero le permite reconocer que en realidad no está siendo rechazada: ni su médico, ni su novio, ni su terapeuta la excluyen.
- Comprende entonces que proyecta el rechazo infantil sobre las relaciones actuales y se somete a su propia proyección, perpetuando la soledad.
- Sin embargo, el sueño también muestra un cambio: mantiene su deseo de contacto y se atreve a visitar al novio, aunque el miedo reaparece.
- En la interpretación, se entrelazan los niveles de objeto (la relación externa) y de sujeto (el complejo interno), revelando cómo ambos interactúan dentro del proceso analítico.
- El desarrollo posterior apunta al reconocimiento de sus necesidades legítimas de afecto y contacto, y a distinguir entre las carencias actuales y las heridas pasadas.
- Al asumir que su deseo de relación no es desmesurado, puede confiar en que los otros —su novio o la terapeuta— son capaces de sostener ese vínculo sin rechazarla.
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El sueño entre la analista y el analizado
- En el contexto terapéutico, siempre surge la pregunta de por qué un sueño aparece en un momento determinado y qué expresa no solo para el paciente, sino también para el proceso analítico en curso.
- Existen los llamados “sueños de análisis”, en los que el analista o la situación terapéutica aparecen directamente en escena, mostrando tensiones o ajustes en la relación.
- Ejemplos típicos: el consultorio lleno de gente, el analista ausente, ocupado con otros, distraído, leyendo, cocinando o recibiendo invitados. Estas imágenes simbolizan vivencias de falta de atención, exclusión o celos, muchas veces derivados de complejos tempranos.
- Tales sueños revelan conflictos relacionales transferidos a la figura del analista, como rivalidades fraternas o temores a no ser visto.
- Para el terapeuta, ofrecen indicios valiosos: si en el sueño aparece “cocinando platos exquisitos que no agradan al paciente”, puede ser una señal de que la terapia está resultando demasiado “nutritiva” o dirigida desde las propias ideas del analista.
- En consecuencia, estos sueños funcionan como mensajes del campo relacional: reflejan ajustes necesarios en la dinámica terapéutica y promueven una mayor conciencia tanto en el analizado como en el analista sobre el vínculo que están construyendo.
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El niño interior ignorado en el sueño de Karl
- Karl, un hombre de veintiséis años tiene el siguiente sueño:
- «Tenía una cita para terapia con la Sra. Kast. Su consulta era mucho más grande de lo que yo la recuerdo y yo no esperaba en la sala de espera, sino dentro de la consulta, donde la analista estaba sentada en el suelo, pintando con un niño de unos diez años. Yo intentaba hacerme notar, al fin y al cabo era mi sesión, pero los dos estaban tan sumergidos en lo que hacían que no me veían. Me enfadé muchísimo, tanto que me despertó».
- En la sesión, Karl expresa su enfado. Al revivir el sueño, reconoce que en el fondo habría querido participar: sentarse a pintar con ellos y compartir ese momento.
- La analista observa que Karl proyecta una vivencia infantil: de niño se sintió poco visto y fácilmente ignorado, lo que originó un complejo de abandono y desvalorización.
- El niño del sueño representa una parte interna de Karl: su niño interior, necesitado de atención, con dificultades para expresar sentimientos, que solo puede comunicarse mediante el dibujo.
- En el nivel del sujeto, el sueño muestra que el terapeuta y el niño simbolizan diferentes aspectos de sí mismo: la parte cuidada y la parte que se siente excluida del proceso.
- La analista reconoce también su implicación contratransferencial, al notar que quizá ha dedicado demasiada atención a esa parte infantil, reproduciendo en cierta forma la situación onírica.
- El sueño, por tanto, revela una dinámica relacional entre ambos y señala la necesidad de equilibrar el trabajo terapéutico: cuidar al niño interior sin que el adulto de Karl se sienta desplazado.
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Reconocer y equilibrar las partes internas
- Karl logra reconocer que el niño interior que aparece en su sueño forma parte de sí mismo y que, efectivamente, necesita atención terapéutica.
- Acepta que los ejercicios de dibujo, que antes consideraba “una tontería”, le ayudan a nombrar sus sentimientos con mayor precisión. Gracias a ello, puede expresar emociones como el enfado de una manera más consciente y amistosa.
- La analista, por su parte, busca no ver en Karl solo al niño necesitado, sino también al hombre adulto, con competencias, recursos y deseos propios.
- Los llamados “sueños sobre la relación analítica”, aunque parezcan simples, aportan información esencial sobre los patrones de relación derivados de los complejos personales.
- No deben interpretarse como un fallo del terapeuta, sino como una oportunidad para explorar cómo se constelan los complejos en la transferencia, revelando dinámicas inconscientes que se repiten en el vínculo terapéutico.
- Poner nombre a estos patrones y dialogar sobre ellos es crucial para su procesamiento. Solo así puede el analista cuestionarse si el sueño le está pidiendo modificar su actitud o su enfoque, ajustando el trabajo terapéutico a las necesidades reales del paciente.
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La tormenta interior y la búsqueda de protección
- Una mujer de 42 años sueña lo siguiente:
- «Iba caminando, no sé por dónde, pero no conocía el lugar. Iba por la orilla del agua, un lago o un mar y, de repente, se levantaban olas gigantes, cada vez más grandes, y el viento casi me llevaba. La tormenta se convertía en un huracán, y me refugié en un bar de la playa, pero las olas arrancaban un poste, así que el techo se iba a caer. Salí corriendo hacia tierra adentro y me senté detrás de una piedra grande. Como pasa- ban toda clase de cosas volando, me protegí la cabeza e intenté acurrucarme entre las piedras de manera que mi cuerpo estuviera lo más protegido posible. Y entonces se me vino a la cabeza que todas las tormentas terminan alguna vez».
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- Al revivir el sueño, la mujer comprende que puede protegerse a sí misma y que el antiguo refugio —el bar de la playa donde solía relajarse— ya no le sirve. Reconoce la relación entre la tormenta y sus propios estallidos emocionales reprimidos.
- El sueño la invita a revisar su manejo de la ira, a no reprimirla ni dejar que la destruya, sino encontrar modos más conscientes de canalizarla.
- Aunque la terapeuta no aparece en el sueño, ambas reconocen que las “tormentas” pueden simbolizar también tensiones vividas en la terapia, y se permiten reír juntas al recordarlas.
- La frase final del sueño —“todas las tormentas terminan alguna vez”— expresa confianza en la capacidad de transformación emocional.
- La soñante, al pedir “algunas rocas grandes detrás de mi espalda”, manifiesta el deseo de un apoyo protector por parte de la terapeuta ante futuras crisis, lo que sugiere un vínculo terapéutico consolidado, capaz de contener la intensidad afectiva sin romperse.
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El sueño y la colusión en la transferencia y contratransferencia
- En la situación analítica, los complejos personales pueden reproducirse entre analista y paciente, generando una “colusión”, es decir, una identificación mutua inconsciente con los papeles del complejo original.
- A veces el analista asume sin advertirlo el rol de la figura parental o de apego del paciente, mientras que este ocupa el lugar del niño herido. En otras ocasiones ocurre al revés: el paciente encarna la figura de poder y el analista el del niño desvalido.
- Esta fragmentación colusiva del complejo crea un circuito cerrado donde ambos se ven atrapados en la repetición del patrón relacional sin lograr cambio alguno.
- Si ambos logran reconocer lo que está ocurriendo —las emociones, fantasías y conductas activadas por el complejo—, la situación puede transformarse: la energía vinculada al complejo se integra a la conciencia, permitiendo mayor libertad y la aparición de nuevos símbolos que amplían la experiencia.
- Este fenómeno refleja el inconsciente compartido o “campo común” entre analista y analizado, donde los complejos interactúan y se influyen mutuamente.
- Cuando no se reconoce la colusión, la terapia corre el riesgo de estancarse en un clima de reproches o decepciones.
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La fragmentación colusiva y su símbolo en el sueño
- Hans, de 42 años, recuerda la relación dolorosa con su padre, un hombre despectivo que lo hacía sentir torpe e insignificante, proyectando en él su decepción.
- Una experiencia clave ocurrió de pequeño:
- «Yo tenía como unos seis años, poco antes de empezar el colegio. Hice un dibujo muy bonito y muy grande en el que me esforcé mucho y estaba convencido de que mi padre se iba a poner muy contento. En algún momento lo miró. Era un dibujo con muchas casas y yo, naturalmente, todavía no dominaba la perspectiva. Y mi padre dijo: «a qué vienen estos garabatos? ¡qué pena de tiempo! ¡está todo mal!» Cogió un lápiz rojo y empezó a corregir mi dibujo, resoplando y quejándose. Yo me escondí debajo de la mesa y dejé de dibujar, bueno, en el colegio naturalmente tenía que hacerlo e incluso lo hacía bien. Solo después de conocer a mi mujer, que es pintora, volví a dibujar teniendo mucho cuidado de que mi padre no vea ni un folio mio, pero naturalmente le oigo siempre cuando estoy dibujando…».
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- Ya adulto, Hans evita mostrar sus dibujos, aunque su esposa —pintora— lo anima a hacerlo. Aun así, siente la voz crítica del padre resonando en su interior cada vez que dibuja.
- El complejo paterno, centrado en la crítica y el desprecio, se repite en la vida cotidiana y en la relación analítica, donde Hans teme ser nuevamente juzgado o invalidado.
- Esta fragmentación colusiva puede reflejarse en la transferencia: el paciente revive el vínculo con el padre, mientras el analista puede ser empujado, inconscientemente, al papel del crítico o del evaluador.
- El sueño asociado a esta vivencia (desarrollado en el texto posterior) simboliza ese conflicto interno entre el deseo de expresión creativa y el miedo al juicio, mostrando cómo el complejo paterno inhibe la espontaneidad y exige ser reconocido para poder transformarse.
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El halcón y el ratón: símbolo del complejo interiorizado
- Hans reconocía sentirse frecuentemente desvalorizado por hombres que lo hacían sentirse irrelevante, repitiendo el patrón vivido con su padre.
- Al reflexionar, se dio cuenta de que había interiorizado el trato del padre: él mismo se descalificaba y minimizaba sus logros, e incluso podía actuar de manera crítica hacia otros.
- «Veía un paisaje seco, desolado. Podía ser España, porque un desierto de verdad no llegaba a ser. Seguramente era en pleno verano y el aire estaba lleno de polvo. Entonces vi que un halcón daba vueltas por el cielo y se lanzaba en picado porque había visto un ratón, pero no lo cogía porque se escondía en la ratonera antes de que lo pillara. Yo me alegraba».
- Ese paisaje árido y polvoriento, reflejaba su estado psíquico: una vida interior empobrecida por la autocrítica.
- En el cielo vuela un halcón, que se lanza sobre un ratón que logra escapar. Hans se alegra de que el ave “tan maravillosa” no haya atrapado a su presa.
- El halcón representa al padre crítico y dominante, mientras que el ratón simboliza al propio Hans, pequeño, temeroso pero astuto, que logra salvarse.
- Aunque inicialmente se siente solo espectador, reconoce que el sueño le afecta: el conflicto entre el cazador y la presa está dentro de él.
- Intelectualmente entiende que ambos —halcón y ratón— son partes de sí mismo, pero emocionalmente le cuesta integrarlas.
- El sueño permite tomar distancia del complejo paterno y comenzar a reconocer aspectos positivos del padre —como su fuerza o agudeza— que podrían transformarse en recursos internos, en lugar de permanecer como voces críticas paralizantes.
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El halcón y el ratón en la transferencia
- Poco después, Hans retoma el sueño y proyecta su conflicto dentro de la relación analítica: interpreta que la analista es el halcón que intenta “pillarle”, mientras él sería el ratón que debe protegerse.
- Esta identificación recrea la experiencia de complejo vivida con su padre, trasladada ahora a la analista. Surge así una fragmentación colusiva: ambos quedan atrapados en los papeles simbólicos del perseguidor y la víctima.
- Aunque la analista se siente más bien en el lugar del ratón —pues percibe que es él quien busca “atraparla” a través de su desconfianza—, ninguno logra liberarse inicialmente del patrón.
- Este tipo de dinámica refleja una contratransferencia colusiva, donde los complejos de ambos se activan y se condicionan mutuamente, repitiendo el vínculo original sin posibilidad de cambio al comienzo.
- El clima analítico se transforma cuando Hans expresa que había elegido a la terapeuta porque la consideraba buena. Ella responde con humor seco: “yo también lo pienso”. Ese intercambio rompe la rigidez del patrón y restablece la confianza.
- La analista puede entonces concentrarse en las imágenes internas y percibe a Hans en una imagen simbólica de contratransferencia: un niño pequeño y solo en un paisaje desolado, rodeado de figuras enormes que no lo escuchan.
- Al compartir esta visión y explorar juntos los sentimientos del niño, se produce una reconexión emocional profunda, permitiendo integrar la herida de desvalorización y avanzar en el proceso terapéutico.
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Integración del halcón y el ratón: de la caza al vuelo libre
- En una sesión posterior, Hans imagina que puede pinchar con una aguja a las figuras gigantes que lo amenazan, gesto que expresa una nueva capacidad de defensa y autoafirmación.
- La analista y él contemplan juntos esta imagen y Hans siente alivio porque ella no le propone nuevas ideas, lo que indica un vínculo terapéutico más equilibrado y menos dominado por el control o la crítica.
- Toma conciencia de que también se había identificado con su padre, el desvalorizador, lo que le causa vergüenza pero abre la posibilidad de integrar ese aspecto en lugar de proyectarlo.
- Al recordar el sueño del halcón, le otorga ahora un sentido transformado: ya no se trata de cazar al ratón, sino de experimentar la libertad y la fuerza del vuelo, de ver el mundo desde una perspectiva amplia.
- El halcón pasa a simbolizar la energía vital y la visión panorámica que trasciende la antigua relación de poder; el ratón, en cambio, representa la capacidad de refugiarse y protegerse cuando es necesario.
- Hans valora del ratón su instinto de supervivencia, aunque siente más afinidad con el halcón, asociado al impulso solar de la conciencia y la libertad interior.
- Desde un punto de vista arquetípico, el halcón encarna a los dioses solares —como Horus o Apolo— y la capacidad humana de perseguir metas con decisión. Así, el sueño refleja la reconciliación de polos opuestos: vulnerabilidad y fuerza, cautela y expansión.
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El halcón y el ratón como símbolos arquetípicos
- En la mitología egipcia, el ratón también es sagrado para Horus: su madre, Isis, logra escapar del dios del desierto, Seth, transformándose en ratón. En la mitología griega, el ratón está vinculado a Apolo, símbolo de la fertilidad y asociado a las diosas felinas.
- Con el tiempo, al demonizarse la figura de la Gran Madre, el ratón pasó a representar lo subterráneo y lo oculto, ligado al remordimiento y a lo que “roe por dentro”, especialmente durante la noche.
- Estas ampliaciones simbólicas surgen tanto de Hans como de la analista. Para él, cobra sentido la necesidad de integrar cielo e inframundo, vida y muerte, visión y sensibilidad, es decir, comprender ambos polos —el del halcón y el del ratón— como partes de una totalidad psíquica.
- Hans reflexiona además sobre la posibilidad de que los dos animales representen a sus padres internos: el padre como halcón, libre y solar, y la madre como ratón, silenciosa y desaparecida en la ratonera.
- La interpretación arquetípica no sustituye la personal, sino que la amplía, abriendo un campo de fantasías creativas que permiten trascender la pura herida del complejo.
- A través de esta visión, Hans accede a un anhelo profundo de soberanía e independencia, a la posibilidad de afirmarse sin el miedo constante a ser insignificante. El sueño deja de ser solo testimonio del dolor infantil y se convierte en una imagen de integración y libertad interior.
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Hermes como figura arquetípica y transferencia en el análisis
- Edgar, de 35 años, deprimido y temeroso de vincularse, sueña:
- «Estaba tocando la guitarra fuera, cerca de mi casa, pero en realidad fuera, en el campo, en una colina. Entonces, de repente, se presentó un hombre muy bello ante mí, con sandalias aladas y un bastón dorado en la mano, y me preguntó: «¿Por qué estás sentado siempre en el mismo sitio?» No sabía qué responder, lo cual me intranquilizó sobremanera. Él quería una respuesta y yo no tenía ninguna. Entonces me despertó».
- Y ya despierto, supo que se trataba de Hermes, el mensajero de los dioses. Edgar se siente fascinado y orgulloso del sueño. Reconoce a Hermes como dios del movimiento, de los caminos y de la comunicación entre mundos, y se siente profundamente conmovido por su aparición.
- Investiga sobre el dios y lo representa pictóricamente, tocando música para él. Sin embargo, al intentar mantener viva esa fascinación, comienza a proyectar el arquetipo de Hermes en la analista, pidiéndole que encarne al dios.
- En la conversación, la terapeuta le señala que Hermes ha planteado una pregunta aún no respondida: ¿por qué permanece inmóvil? Edgar evita la cuestión, insistiendo en que Hermes —y, simbólicamente, la analista— ya lo han transformado.
- El sueño y la transferencia muestran cómo el arquetipo de Hermes actúa como mediador entre el inconsciente y la conciencia, despertando creatividad, movimiento y apertura al cambio.
- A nivel relacional, Edgar busca que la analista asuma el papel de Hermes guía, revelando un deseo de dependencia y una resistencia simultánea al cuestionamiento.
- Este episodio ejemplifica cómo un sueño arquetípico puede activar una transferencia simbólica, donde el paciente intenta personificar en el analista la figura transformadora del mito, y cómo el trabajo analítico consiste en devolver ese poder al propio soñante.
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Hermes como arquetipo del cambio y la tentación de la idealización
- La aparición de Hermes, dios de las transiciones y de la creatividad, se entiende como fruto del proceso analítico y del vínculo terapéutico: la relación con la analista abrió el espacio para que surgiera esta figura transformadora.
- Sin embargo, tras el sueño, Edgar proyecta la figura de Hermes sobre la analista, pidiéndole que encarne al dios y que formule “preguntas divinas”. Esto refleja una transferencia arquetípica, donde el poder simbólico del dios es atribuido al terapeuta.
- La analista reconoce que Hermes ha despertado en él un dinamismo nuevo, aunque todavía limitado al ámbito de la fantasía. Los sueños arquetípicos, recuerda, deben traducirse en transformaciones reales de la vida cotidiana, no quedarse en la fascinación imaginativa.
- La identificación con el arquetipo puede resultar seductora para ambos, pero también riesgosa: el proceso analítico podría desviarse hacia una “historia fantástica” alejada de los problemas concretos, como el miedo de Edgar al cambio y al compromiso.
- La terapeuta admite que el trabajo analítico participa del campo hermenéutico de Hermes, pues implica traducir símbolos, integrar opuestos y mediar entre consciente e inconsciente.
- Retoma la pregunta esencial de Hermes —“¿Por qué estás sentado siempre en el mismo sitio?”— como núcleo del proceso de transformación. Esa pregunta sigue viva, recordando que el propósito del sueño no era idealizar al dios ni a la analista, sino impulsar el movimiento interior y el paso hacia una vida más dinámica y auténtica.
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Hermes y la apropiación de la imagen arquetípica
- Finalmente, la analista reconoce que la figura de Hermes pertenece al propio Edgar: ha nacido dentro de su psique gracias al proceso analítico y se ha convertido en una fuerza viva en su interior.
- Aunque al principio él se entristece porque la terapeuta no se identifica con ese arquetipo —y siente que vuelve a “caer en la realidad cotidiana”—, pronto la energía de Hermes comienza a actuar en su vida concreta: inicia una relación amorosa, algo que antes temía profundamente.
- El caso muestra que el trabajo analítico puede despertar imágenes arquetípicas que, aunque se transfieren inevitablemente al analista, deben ser tratadas con cautela: ni rechazarlas ni identificarse con ellas.
- La función del terapeuta es reflejar y devolver la imagen al soñante, ayudándole a hacerla propia, hasta que pueda relacionarse con ella sin depender de la proyección.
- Cuando el arquetipo se integra de esta manera, las imágenes dejan de ser fascinaciones externas para convertirse en recursos internos que fortalecen la creatividad, la autonomía y la capacidad de relación del paciente.
- En el caso de Edgar, Hermes deja de ser un dios idealizado y pasa a ser una presencia interior, símbolo de su libertad recién conquistada y de la posibilidad de moverse con flexibilidad entre los distintos planos de su vida psíquica y relacional.
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Sueño de hombre – México
- «Anoche me sucedió algo que nunca, en todos los años que llevo teniendo pesadillas, me había pasado. En la pesadilla original, tenia que correr por la carretera, y girar a la izquierda.
- Como ya era consciente de que estaba soñando, gire a la derecha. Extrañamente llegue a mi casa, pero yo sabia que no podría entrar, así que entré a la casa de al lado. Tenía la reja abierta, me metí al jardín hasta llegar a la fuente, y me senté a descansar de la carrera. Levante la vista al tejado de la casa y vi a un joven, de cabello negro y vestido del mismo color. Me veía como intrigado. El chavo bajó del tejado de un brinco y se me acercó y me dijo «Estás soñando». Me quedé en shock. Nunca hubo nadie en mis pesadillas que me dijera eso, así que decidí contestarle: «Lo sé». Me vio muy sorprendido, y ahí desperté».
Grupo 1
Responde las preguntas 1, 2 y la General.
1. ¿Qué puede simbolizar el cambio de dirección —girar a la derecha en lugar de a la izquierda— dentro del sueño?
Pautas:
- Indica un acto de consciencia y decisión, un giro hacia el principio solar (derecha = razón, claridad, acción).
- Representa la ruptura del patrón repetitivo de la pesadilla, la posibilidad de elegir otro camino.
- Expresa un movimiento de reintegración de la energía consciente frente al inconsciente caótico.
2. ¿Qué sentido podría tener la imposibilidad de entrar a su propia casa y el hecho de entrar en la casa vecina?
Pautas:
- La casa es símbolo del sí mismo y del espacio interior.
- No poder entrar a la suya refleja que todavía hay áreas del alma vedadas o heridas que no puede habitar.
- La casa vecina representa un espacio psíquico alternativo o transicional, donde puede comenzar un proceso de renovación (el jardín y la fuente como renacimiento).
General:
Si tuvieran que proponer una hipótesis integradora breve (1–2 frases) sobre lo que este sueño intenta comunicar, ¿cuál sería?
Grupo 2
Responde las preguntas 3, 4 y la General.
3. ¿Qué puede representar el joven de cabello y ropa negra que aparece en el tejado?
Pautas:
- Figura del ánimus, el principio masculino interno de la soñante.
- Su color negro remite a lo desconocido, la sombra o lo espiritual no integrado.
- Desde lo alto (tejado) actúa como mensajero entre el inconsciente y la conciencia: el mediador de la función trascendente.
4. ¿Cuál es el significado simbólico del diálogo “Estás soñando” / “Lo sé”?
Pautas:
- Marca un momento de integración psíquica: el inconsciente reconoce al yo y el yo reconoce al inconsciente.
- Es la emergencia de la función trascendente (Jung): un puente entre polos opuestos.
- La soñante deja de ser víctima del miedo y pasa a ser sujeto activo en el sueño; se despierta dentro de sí misma.
General:
Si tuvieran que proponer una hipótesis integradora breve (1–2 frases) sobre lo que este sueño intenta comunicar, ¿cuál sería?
Grupo 3
Responde las preguntas 5, 6 y la General.
5. ¿Qué podrían simbolizar el jardín y la fuente donde la soñante se sienta a descansar?
Pautas:
- El jardín representa el espacio protegido del alma, donde la vida interior florece.
- La fuente es un arquetipo del origen y la energía renovadora, el agua viva que restaura el vínculo con lo inconsciente positivo.
- Ambas imágenes anuncian una renovación del psiquismo, un pasaje de lo traumático a lo vital.
6. ¿Qué significado tiene el hecho de que el joven se sorprenda cuando la soñante responde “Lo sé”?
Pautas:
- Indica que incluso las fuerzas inconscientes no esperaban tal nivel de conciencia: el yo ha crecido.
- Representa el sorprendente reconocimiento mutuo entre el yo y el arquetipo.
- Es símbolo del inicio de un nuevo equilibrio entre los polos consciente e inconsciente.
General:
Si tuvieran que proponer una hipótesis integradora breve (1–2 frases) sobre lo que este sueño intenta comunicar, ¿cuál sería?
Pregunta general (para todos los grupos)
Hipótesis integradora orientativa:
El sueño muestra el paso de la pesadilla al despertar interior: la soñante ya no huye del inconsciente, sino que dialoga con él. El joven oscuro encarna una figura del ánimus que le revela su propia lucidez. Al reconocerse dentro del sueño, se abre a una nueva relación con su mundo interno: de víctima del miedo a co-creadora de su transformación psíquica.
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Sueño de los pájaros canívales
- Este es el sueño de una mujer mexicana de 38 años, sensible y reflexiva, con un vínculo profundo con su madre. Atraviesa una etapa de cambio o transición vital, en la que empieza a confrontar el paso del tiempo y la finitud. Tiene una inclinación natural a buscar sentido simbólico en lo que vive y observa.
«Había cinco pájaros, creo que ese era el número, posados sobre un alambre o un tendedero de ropa, era grises con el pecho rojo. De repente el cuarto se comió al último, el tercero al cuarto, el segundo al tercero…hasta que el primero de la fila escupió los huesos de todos. Yo los estaba contemplando, aterrada, desde abajo y comencé a caminar junto a mi madre, que en ese momento apareció de la nada. En ese momento pasó una libélula que nos condujo hasta una cabaña de madera.»
Comentarios adicionales:
Después de encontrar recientemente un pájaro muerto, muy similar a los de mi sueño, en el techo del edificio en que vivo se me ocurrió que este sueño era una imagen del paso del tiempo (los años son como pájaros que se devoran uno a otro y nuestro último año de vida nos enfrenta con la muerte: los huesos que vomitaba el último pájaro)
Preguntas y respuestas
1. ¿Qué pueden simbolizar los cinco pájaros grises con pecho rojo, y el hecho de que se devoren entre si? Los pájaros son símbolos del alma y del pensamiento: seres que conectan cielo y tierra. El gris puede expresar pérdida de vitalidad o desgaste; el rojo, la energía vital, el pulso del corazón. La escena de autodevoración representa un proceso cíclico de transformación: las etapas de la vida o de la personalidad se suceden destruyéndose unas a otras. También puede reflejar la angustia por el paso del tiempo o el consumo de la propia energía psíquica.
2. ¿Qué significado puede tener que al final el primero escupa los huesos de todos?. Los huesos son lo que permanece: el núcleo esencial tras la disolución de las formas. Sugieren una purificación del espíritu o el reconocimiento de lo inmutable en medio del cambio.. El «escupir» introduce una liberación: lo que antes devoraba ahora expulsa lo muerto, permitiendo quizás una renovación.
3. ¿Qué implica que la soñante contemple la escena «aterrada desde abajo»? Desde abajo desde la perspectiva del yo consciente, aún identificado con lo terrenal y separado del proceso interior.. El terror expresa la irrupción de un contenido arquetípico numinoso, demasiado grande para el yo.. También indica pasividad ante un proceso inconsciente: observa sin intervenir, como testigo de algo que la sobrepasa.
4. ¿Qué función simbólica cumple la aparición repentina de la madre en medio de la escena? La madre representa el principio de amparo y contención que surge cuando el yo se enfrenta a la destrucción, Puede ser una manifestación del arquetipo materno o del linaje femenino ancestra que sostiene la transformacion. Su presencia mitiga el miedo, introduciendo el instinto de pertenencia y continuidad frente al horror de la finitud.
5. ¿Qué puede representar la libelula que guia a la soñante y a su madre? La libélula es simbolo de metamorfosis (de larva acuatica a criatura aérea); representa el paso a una conciencia mas sutil.. Funciona como psicopompo o guia del alma, que conduce desde el terror inicial hacia un espacio sentido. También puede aludir a la ligereza y transitoriedad de la vida, pero como algo luminoso liberador.
6. ¿Qué sentido puede tener que la libélula las conduzca a una cabaña de madera? La cabaña evoca regreso a lo natural y esencial, el refugio interior donde puede elaborarse la experiencia. La mader simboliza lo organico, lo vivo: un material que proviene de la tierra y al mismo tiempo puede transformarse en abrigo. Es una imagen de integración, donde lo que parecia muerte o terror se reconcilia con la vida y con la naturaleza.
Respuesta orientativa:El sueño parece representar un proceso de transformación interior en el que la soñante contempla la destrucción de formas anteriores de vida (los pájaros que se devoran) como una revelación de la impermanencia y la renovación constante. Guiada por la madre y la libélula, pasa miedo ante la muerte psiquica a una comprensión más profunda de la continuidad de la vida, simbolizada por la cabaña como refugio de integración y retorno a lo esencial.
Hombre Colombia
El accidente aéreo
Sueño:
«Volamos en un avión muy alto, y voy con mi hijo y mi hija, pequeños. Es de noche. Alguno de nosotros esta herido. Creo que soy yo. Pero no logro recordar en donde es la herida, pero es c significativa. Tratamos de curarla moviendo una serie de varas y conexiones pero no lo logramo advierto una y otra vez an mis hijos sobre el peligro de tocar los cables de alta tensión. Luego, e cuarto estamos escuchando que el avión está fallando. Es un ruido especial. Vemos que hay un posibilidad de repararlo y es bajando una palanca, Con gran tensión lo hago, pero vemos que ruido continua. Y sentimos que el avión se va a pique. Hay mucha confusión. Me abrazo an mis sabiendo que es muy posible que muramos todos. Les digo cosas. Vemos por las ventanas que avión va rosando las puntas de los arboles en medio de la noche y que ya se va a estrellar. Escu el ruido del barrigazo. Cierro los ojos y siento el fuerte impacto. Y luego viene la felicidad de est vivos los tres. Nos abrazamos y besamos. Nos falta mi esposa. Luego, es la salida del avión, pero s omos ríos de gente. Nos conducen por senderos, puertas y escaleras. Nos llevan a camas comunales y somos atendidos por enfermeras que no dan abasto. Sigue siendo de noche. Me preocupo por mantenernos cerca. Pasa una enfermera y le pido que me atienda, pero ella está en el límite de sus fuerzas y se desgonza para descansar. Está agotada. Pasa otra enfermera y ella sí me atiende, quitándome todos los vidrios que puede. De pronto veo a mi esposa y la alegría de verla es enorme. La abrazo y la beso. Se ha logrado encontrar a casi toda la gente. Pero faltan algunas personas, y yo trato de rehacer mentalmente un espacio en forma de cuna, para guiar la búsqueda de ellas.»
Comentario del soñante:
«Cuando me desperté pensé que lo más extraño era la sensación de alivio después del choque, como si morir y sobrevivir fueran casi lo mismo. Me quedé con la imagen de mis hijos abrazados a mí: sentía que lo esencial era no soltarlos, protegerlos. Luego me vino la idea de que la herida podía ser algo más profundo, algo que arrastro desde hace tiempo. También me impresionó que mi esposa no estuviera durante la caída, pero que al final sí apareciera. Sentí que el sueño me hablaba de una pérdida que estoy tratando de reparar, como si tuviera que rehacer algo que se rompió, algo parecido a esa cuna que imaginaba al final.»
1. ¿Qué puede simbolizar el avión y el vuelo noctumo en la vida psíquica del soñante? El avión representa una elevación de la conciencia o una posición del yo que busca mantenerse «por encim de lo emocional Volar tan alto puede reflejar una exigencia espiritual o racional excesiva, alejada c la tierra La noche introduce el dominio del inconsciente el soñante viaja dentro de lo desconocic de sí mismo. El riesgo del vuelo expresa la inestabilidad del yo: algo que ha alcanzado mucha altu (estatus, control, ideales) amenaza con caer.
2. ¿Qué sentido podria tener la herida que no logra recordar y que intenta reparar con ‘varas y conexiones» La herida sin ubicación sugiere un dolor psíquico profundo pero no consciente, quiz ligado a una pérdida afectiva, una culpa o un fracaso vital. Las varas y conexiones representan intentos racionales o técnicos de curar algo que pertenece al alma, no al cuerpo la lógica y el control no bastan. La herida puede ser el sintoma de un proceso de transformación, donde el yo empieza a percibir su vulnerabilidad.
3. ¿Qué representan los hijos pequeños y el abrazo durante la caida? Los hijos encaman aspectos del sofiante que son tienos, espontáneos o aún en desarrollo sus partes más vivas y vulnerables. El abrazo en le caide es una imagen de integración y amor: ante la destrucción, el soñante se une con sus aspectos más inocentes, recuperando el vinculo emocional que el vuelo racional había descuidado. También puede representar el instinto patemo y protector, que lo conecta con la vida incluso en el umbral de la muerte simbólica.
4. ¿Qué significado simbólico podrían tener los cables de alta tensión y la palanca que no resuelve el problema?. Los cables de alta tensión son imágenes de energías inconscientes poderosas (emocionales, instintivas) que el soñante teme tocar, por miedo a ser sobrecargado o herido.. La palanca es el intento de control voluntario: el yo quiere «arreglar» el conflicto desde el poder y la acción, pero no lo logra.. En conjunto, simbolizan la impotencia del yo frente a fuerzas psíquicas mayores, lo que exige un cambio de actitud: del control a la entrega.
5. ¿Qué función cumple la esposa que aparece solo al final, después del accidente?. La esposa ausente durante la caída y presente al final señala el retorno del principio femenino (ánima, eros) tras la crisis: el amor y el vínculo afectivo reaparecen como factores de integración. Podría representar la reconciliación con lo emocional o con la pareja real tras un período de distancia.. Su presencia al final indica que el proceso ha permitido restablecer la conexión con lo vivo, con el sentimiento y la capacidad de ternura.
6. ¿Qué podría expresar la imagen de la cuna mental que el soñante intenta reconstruir? La cuna es un símbolo de origen, de renacimiento psíquico, del deseo de recomenzar.. Es también una imagen del Sí-mismo que guía el proceso de integración: el soñante imagina un espacio donde lo perdido puede ser reencontrado.. Al «rehacerla mentalmente», no se trata de un objeto externo, sino de una reconstrucción interior del vínculo con la vida y con lo materno.
Orientación para la pregunta general
El sueño podría estar comunicando una experiencia de transformación profunda: el yo que intenta sostener el control (el avión, la palanca) se ve forzado a caer y a enfrentarse con su vulnerabilidad (la herida), para renacer en una forma más afectiva y unida (el abrazo con los hijos, el reencuentro con la esposa). La cuna final sugiere el deseo de recomenzar desde un nuevo lugar psíquico, más íntimo y reparador.
El abrazo de la niñita aparecida – Hombre Guatemala
Sueño:
Estaba en un cuarto con mi esposa, preparándome mucho para dormir nuevamente. Para ello, buscaba fósforos y lámparas suficientes. El motivo era que había en mi mesita de noche dos fotos de niñas metidas en diminutos sobres. Mi temor era que en la noche anterior, había tomado en mis manos una de esas fotos y había sucedido que al tocarla, una de esas niñas se había aparecido a mi lado y me había abrazado, sin poderme yo soltar de ella, por más que lo intentaba una y otra vez. Finalmente lo lograba, luego de hacer mucha fuerza. Era una niñita blanca, de carita redonda, pelo negro y con capul largo. La niñita no me hablaba absolutamente, y era igualita a la foto diminuta del sobre. Vestía un uniforme azul oscuro de colegio. Como yo no quería que se me volviera a aparecer, buscaba tanto que hubiera fósforos y velas suficientes. Curiosamente el sobrino de mi esposa ya me lo había advertido. Me había dicho que no hiciera nada con esas fotos porque a él le había sucedido exactamente lo mismo del abrazo de la niña. Decidíamos salir con mi esposa a la calle a buscar los fósforos y las velas. Era una noche fría y el piso estaba mojado por haber llovido. Mi esposa se me adelantaba y yo la veía luego llamándome desde una tienda al otro lado de la calle. Yo veía que ella había encontrado lo que buscábamos. Yo miraba mi cartera para ver si tenía dinero. Tenía relativamente poco pero alcanzaba. Pasaba la calle para reunirme con ella.
solo controlar las pesadillas, sino escuchar qué quieren decir las figuras que emergen en ellas.

